Ictus en Niños: ¿Es posible?

Es cierto que uno de los factores predisponentes del ictus es la edad avanzada. Sin embargo, cada vez se detectan más casos de ictus en niños, llegando a ser una de las diez primeras causas de muerte infantil.

Se sabe mucho acerca del ictus en personas adultas, pero el ictus en niños continúa siendo un misterio para muchos. Esto produce que se diagnostique más tarde o no llegue a diagnosticarse, lo que ocasiona graves complicaciones.

 

Ictus en niños: un asunto complejo

A pesar de que la incidencia del ictus en la infancia es baja en comparación con la de los adultos, ésta se ha más que duplicado con respecto a la década anterior (DeVeber, Roach, Riela & Wiznitzer, 2000). Esto parece deberse a que cada vez se diagnostican más por existir una mayor conciencia del problema. Sin embargo, siguen existiendo dificultades en la detección del ictus infantil ya que:

– Su presentación es distinta a la de los adultos.

– Según la edad del niño, los síntomas varían. De hecho, cuanto más pequeño es el niño, más inespecíficos son los síntomas. Además, éstos pueden confundirse fácilmente con los de otras enfermedades.

– Sus causas son mucho más numerosas y diferentes que en los adultos.

– El diagnóstico se realiza principalmente a través de neuroimagen. Estas técnicas no siempre están disponibles inmediatamente, además que para administrar algunas pruebas diagnósticas es necesario sedar a los pequeños.

ictus en niños

 

¿Cómo se desencadena el ictus en los niños?

El ictus o accidente cerebrovascular se trata de un daño neurológico que aparece por la obstrucción o ruptura de los vasos sanguíneos del cerebro. De esta forma, el ictus puede ser isquémico (por oclusión arterial, venosa o de los senos paranasales debido a un coágulo sanguíneo), hemorrágico (por la rotura de una arteria cerebral) o ambos.

En adultos, entre el 80 y el 85% de los accidentes cerebrovasculares son isquémicos. Sin embargo, en niños representan sólo la mitad de los casos (Tsze & Valente, 2011).

Como se ha mencionado, los niños presentan factores de riesgo más numerosos y diversos de sufrir un ictus que los adultos. Así, los más comunes en adultos son hipertensión, diabetes o arterosclerosis; mientras que en los niños son:

– Problemas cardíacos congénitos.

– Anemia falciforme o drepanocítica.

– Malformaciones arteriovenosas.

– Hemofilia.

– Infecciones (virus como la varicela, el VIH o el enterovirus).

– Deficiencias nutricionales (de ácido fólico o vitamina B21).

– Leucemia.

– Traumatismos en la cabeza y cuello.

– Consumo de drogas (anfetaminas, cocaína, pegamento, heroína…) y ciertos fármacos (como anticonceptivos orales) en adolescentes.

No obstante, el ictus en niños normalmente aparece por una combinación de múltiples factores, siendo necesaria más investigación al respecto.

 

Síntomas comunes

Las manifestaciones más comunes del ictus infantil son:

– Debilidad o parálisis en un lado del cuerpo (hasta en el 94% de los casos) si es de tipo isquémico.

– Si es por hemorragia, son comunes los dolores de cabeza, vómitos o alteraciones en el estado de conciencia.

– Convulsiones.

Como consecuencia, el ictus en los niños produce:

– Déficits cognitivos.

– Alteraciones en la percepción visual.

– Déficits motores.

– Problemas con el habla y el lenguaje (afasia).

– Dificultades escolares.

– Cambios en el comportamiento.

– Falta de control emocional y alteraciones en el estado de ánimo.

 

Recuperación

La recuperación varía según cada niño. Se alcanzarán mejores resultados si el ictus ocurrió a menor edad y si el diagnóstico y el tratamiento se lleva a cabo de manera precoz.

Por lo general, los pequeños presentan menos secuelas a largo plazo que los adultos. Esto se debe al proceso de plasticidad y reorganización cerebral. Así, otras neuronas pueden asumir una función deteriorada “haciendo el trabajo” de las dañadas por el ictus. Este hecho se ha demostrado principalmente con el lenguaje en los niños.

Sin embargo, es importante mencionar que esta recuperación es más rápida y efectiva si está guiada por un profesional que desarrolle un plan de tratamiento individualizado y centrado en los puntos débiles y fuertes de cada paciente.

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Bibliografía

De Castro, P. y Vázquez López M. (2008). Accidentes cerebrovasculares en el niño y en el adolescente. Protocolos Diagnósticos Terapéuticos de la AEP: Neurología Pediátrica: 262-270.

DeVeber G., Roach E.S., Riela A.R., Wiznitzer M. (2000). Stroke in children: recognition, treatment, and future directions. Seminars in Pediatric Neurology, 7(4):309–317.

Pediatric Stroke. (s.f.). Recuperado el 15 de 02 de 2018, de American Stroke Association: http://www.strokeassociation.org/STROKEORG/AboutStroke/StrokeInChildren/Stroke-In-Children_UCM_308543_SubHomePage.jsp

Tsze, D. S., & Valente, J. H. (2011). Pediatric Stroke: A Review. Emergency Medicine International, 734506. http://doi.org/10.1155/2011/734506

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